jueves, 16 de junio de 2011

LA ENVIDIA ENTRE LOS INVESTIGADORES, UN MAL ARRAIGADO. nota


Transcribo aquí una nota a raíz de entrar en contacto con el "mundillo ufológico" en éste último año y poder apreciar en vivo y en directo este mal que aqueja a muchos, y con motivo de los eventos de Ituzaingó por sucesos que  fueron acaecidos entre "colegas" y que me tocó vivir directamente, tal cómo dice el ensayo, permitiendo así que el sentimiento de la envidia nuble el juicio investigativo de algunos, a tal punto de quedar demostrado el error en los que se manifestaron con el juicio nublado por éste mal. Esta nota concuerda con mi pensamiento en un 100% y por la cual me hago absolutamente responsable, esperando que edifique a los sensatos y haga ver los errores que unos cuantos cometemos y que no son de índole visual ,sino mucho peor, espiritual. 


"Uno de los grandes males que sacude nuestra sociedad es la envidia, pero la envidia no siempre fue mala. Este sentimiento no nos lo hemos inventado nosotros. La envidia nos ha acompañado a lo largo de la historia. Durante muchos años fue ésta la que nos ha permitido evolucionar. Querer tener más que el vecino nos empujó para conseguir todo lo que tenemos ahora. Por eso que la envidia tiene un gran valor evolutivo. Este sentimiento se ha ido convirtiendo por derecho propio en un rasgo común de nuestro comportamiento.

¿En qué punto nos encontramos en la escala evolutiva de la envidia?. Durante los últimos siglos la envidia ha pasado de ser un rasgo evolutivo básico para el crecimiento, en un cáncer social que conduce a la destrucción del poder colectivo. Hoy la envidia también es conocida por la aversión a la desigualdad. Somos capaces de sacrificar cualquier tipo de recurso (tiempo, dinero, esfuerzo, compromiso, ...) para intentar reducir lo máximo posible el gap que nos separa del nivel de bienestar de otras personas. Cuando no teníamos nada, la envidia era buena porque nos ayudaba a estar mejor. Pero resulta que hoy tenemos más de lo que necesitamos, y en este nuevo contexto, la envidia deja de ayudar y comienza a restar en nuestro nivel de bienestar. Tenemos más que nunca y somos más infelices. La OMS advierte que en el 2020 la depresión será la segunda  causa de incapacidad en el mundo. Hemos cambiado las enfermedades de la pobreza por las enfermedades de la riqueza, y quizás uno de los causantes sea esa envidia evolutiva, una envidia que se ha convertido en parte de nuestro subconsciente y cuya inercia nos ha hecho enfermar.

Hemos cambiado las cavernas por nuestras oficinas y lugares de trabajo. Al principio queríamos tener un jabalí más que el del vecino, y ese ímpetu nos dio ventajas a la hora de salir adelante. Pero en los nuevos entornos de trabajo ya no ansiamos cosas que nos hagan estar mejor. Ahora el ansia ha pasado a influir de una manera directa sobre nuestros sentimientos, lo que a su vez ha provocado que nuestro juicio se nuble. Cuando decidimos influenciados por este sentimiento es muy probable que no tomemos la mejor decisión, sino aquella que calme nuestra aversión por la desigualdad. 
Las organizaciones son un caldo de cultivo perfecto para que se reproduzcan este tipo de comportamientos: salarios, jerarquías, cargos, responsabilidades, poder, contactos, ... todo un repertorio de políticas y prácticas que correlacionan de manera directa con la envidia; cuando éstas crecen, nuestra envidia crece. Sus efectos son popularmente conocidos, y abarcan una inimaginable fuente de creatividad: zancadillas, mentiras, peloteo, deslealtad, ... ¿Y cómo se termina con todo ello?. Fácil, solucionando la aversión por la desigualdad. Ya, ¿y cómo se hace eso?. Cada uno debería buscar su fórmula pero yo me atrevo a indicar la dirección.

Vivimos de afuera-adentro. Los que nos rodea nos construye como personas y eso nos convierte en dependientes del refuerzo exterior. Por eso necesitamos una casa más grande que la del vecino, o un coche más rápido que el del compañero, o un salario de vértigo que todos nuestros amigos envidien para así saber que estamos bien pagados. Cuando vivimos de este modo es importante saber que las riendas de nuestra vida las lleva nuestra envidia.
Por contra, cuando construyes de dentro-afuera, el foco cambia totalmente. Ahora ya no vivimos pendientes de lo que digan los demás, ahora es mucho más importante saber qué es lo que nos hace sentir bien, y cuando lo averiguamos buscarlo constantemente. Además, el propio lenguaje popular nos demuestra que hay una envidia, conocida como sana, que nos ayuda y beneficia en ese camino del bienestar propio. Este debe ser el principio, nosotros mismos.

¿Por qué hacemos las cosas?, ¿por lo que nos gusta, o por lo que les parezca a los demás?. La envidia nos ha traído una gran crisis de vocación."
Luis Angel Pioquinto Sanchez